Llenos los ojos de sangre
Rubí incandescente, una marcha
Saludó el plomo a la paloma
Mujer, amor y entrañas
Jugaste a la asesina
Y caíste asesinada
¿Vieron? ¿Dijeron algo?
No: las ventanas son siempre silenciosas
Consternado
Tropiezo con los huesos
Y pienso en los amores, las comidas,
Las caricias que antecedieron a su muerte
Sin testigos, sin tornados, sin la luna
Una noche es una noche, y todas las noches
En la mesa de autopsia no florece
Nevado, valle, selva
Patria amada, patria amada
El duelo es uno, y millones
Ellos, ellas
“Hacen su trabajo”
Y pienso qué trabajo tan triste
Y qué oficio sórdido el mío, aunque sea a veces
Ayer
Nació jugó amó regalos y pasteles
Leyó escuchó recibió lo que pudo
Tuvo orgasmos, los produjo
Y ahora, la lúgubre, fúnebre hora
Yace junto a mí, rígida, vencida
¿Cuál es la victoria?
David Alberto Campos V, Liberación de la Palabra, 2008
miércoles, 28 de mayo de 2008
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