jueves, 29 de mayo de 2008

28

El tucán, la mosca
Voladoras realidades
En la trocha abierta por las armaduras
Que saben de plomo y puma
Larga, estrecha, asfixiante
Se entrega a los ojos asustados
Escucha, percibe, calla
Aunque caminen, cabalguen
La gente no es la gente, es la Muerte
Paseando entre cultivo y follaje
Allí donde el tucán, como la mosca
Hacen la siesta, bajo la lluvia
(Un chubasco como el de los días de antaño, en la Amazonía)
Horadan cuerpos como frutas
Reluctante, diabólico manjar
Prosigue el frío bajo el sol
Los rostros duros como piedras
Los dientes apretados, gastados, temerarios
Los ojos sin lágrimas pero sangrantes
Las manos destructoras, destruídas
Indómito, carbonífero-corazón
Rápido palpita
Como el aleteo de la mosca
Las mujeres no son mujeres, son la Muerte
Disparan, hieren, truncan sueños
Gozan los lamentos, castran a sus presas
Allí donde el tucán, como la mosca
Juegan en los miembros mutilados
(Rebanados como jamón, como tocino de feria)
Bailan al compás de ritmos ancestrales
Macabro, chocante ritual
Y prosigue, prosigue el frío bajo el sol
Pues frío es el pensamiento y de piedra el corazón
Una cicatriz perenne
Una avalancha arrolladora
Una venganza apenas susurrada
Triste, impuro corazón
Ya no palpita
Entre tucanes y moscas
Hombres que no son hombres, son la Muerte
Decoran con balas, desvían caminos
Se comen la lengua de sus víctimas
En la trocha, en el follaje, en la montaña
En el sufrido país de los poetas asustados
En el continente más barroco del mundo
Dialogan moscas y tucanes
Se pudren “los que no tuvieron suerte”
Se enriquecen “los estadistas”
Se mata a placer y por encargo
Voladoras realidades

¿Hasta cuándo?

¿Hasta cuándo?


David Alberto Campos V, Liberación de la Palabra, 2008

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